Ahora Gerard está retirado y, desde 2001, su hijo Jean-Louis está a cargo del Domaine. Jean-Louis, quien estudió enología en California, es un convencido de la tesis del “make it new”, según la cual se trata de una falacia tratar de inventar una tradición, de lo que se trata es de renovarla, de continuarla, “haciéndola nueva”. Son muy pocos los cambios que ha introducido en los métodos tradicionales de producción de Hermitage. Sigue vinificando separadamente las uvas producidas en las diversas parcelas que posee la familia en la montaña de Hermitage, al otro lado del Ródano, y ensamblando los jugos para producir el Hermitage. Los cambios, como digo, son imperceptibles, pero suficientes para que sus vinos, siendo iguales a los de su padre, sean distintos. Muchos prefieren sus Hermitage a los de Gerard, como el agudo conocedor Robert Vifian, por ejemplo, pero no estoy de acuerdo, creo que no son mejores sino diferentes y no mucho. Los vinos del Domaine Chave se cuentan entre los más solicitados, lo que los hace cada vez más difíciles de obtener. La producción está vendida con años de anterioridad a los mismos afortunados clientes. El Hermitage (tinto) 2003 Reserva Cathelin es ya un objeto de culto y uno de las botellas más buscadas por los coleccionistas. He tenido la suerte de probarlo anualmente desde que fue puesto en barrica y puedo decir que quienes lo consideran una leyenda no se equivocan, es un vino legendario, como Mouton ’45, Petrus ’47, Cheval Blanc ’59 o Yquem ’21. “It’s the same stuff of what dreams are made of”, como diría Shakespeare. Hace unas pocas semanas, Jean-Louis concedió una rara entrevista a la REVUE DES VINS DE FRANCE, he aquí algunas de las respuestas.
RVF: En Hermitage y en todas partes su nombre es un mito. ¿Se siente cómodo con eso?
JLCh: No hay ningún mito Chave. El nombre de lo debemos a la apelación Hermitage. Antes que Chave somos Hermitage. La montaña permanece, los hombres pasan. Nuestro nombre no es una marca registrada, simplemente queremos hacer vinos verdaderos, de acuerdo a su origen.
RVF: De acuerdo con Ud.¿a qué se debe la reputación universal de los vinos de la montaña de Hermitage?
JLCh: Después del ensamblaje, cada año busco la respuesta a esa pregunta. Pruebo las barricas, pruebo los vinos que han surgido de las parcelas de tierra arcillosa, graníticas… Cada uno tiene su propia personalidad… Increíblemente definidas. La vinificación interfiere muy poco en la expresión de cada uno de ellos. De hecho todos estos vinos son Hermitage pero todavía no son el HERMITAGE. Es necesario ensamblar un poco de cada elemento para construir el gran vino HERMITAGE. El tema del ensamblaje está arraigado en nuestra historia!
RVF: algunos “vignerons” de hermitage, como Michel Chapoutier, producen diferentes “cuvés” que provienen de selecciones parcelarias. Ud., por el contrario, sólo produce dos vinos, uno tinto y uno blanco. ¿Se puede entender el ensamblaje como un dogma?
JLCh: El ensamblaje es un proceso fascinante. No hay nada escrito y sin embargo es el único momento donde el “vigneron” expresa su decisión. En un oficio donde la naturleza dicta las reglas, se trata de hacer lo mejor con lo que nos ha sido dado. Para tener éxito el “vigneron” simplemente debe ser metódico, no dejarse influenciar, olvidar los viñedos que prefiere… Y ser sincero. La belleza del vino está en la sinceridad.
RVF: ¿Puede describir las sensaciones que nos procuran los grandes vinos de Hermitage?
JLCh: Definir todos los matices de un Hermitage es delicado… Es fácil precisar la rusticidad de un Cornas. Definir el terreno de un Saint-Joseph. Adoro esos vinos. Se expresan de un solo golpe. El Hermitage “rebota”. Es como un paseo… El Hermitage tiene su fuerte en su discreción. Está como…en levitación.
RVF: ¿Ud cree que la falta de humildad amenaza la comunidad de los enófilos?
JLCh: Un bello vino es aquel que nos da ganas de hablar. Es así de simple- Antes el Hermitage se bebía en los bistrots… No hace mucho era impensable para un campesino exportar sus vinos.
RVF: ¿Es importante recordar en materia de vinos?
JLCh: Si el “vigneron” recuerda su historia hará grandes avances. Mi padre me enseñó que “la verdad se encuentra en las viejas botellas”. Es realmente un momento maravilloso. Cuando se habla y se discute y suavemente sacas el viejo corcho que fue colocado por tu bisabuelo.
RVF: ¿Sus vinos necesitan tiempo?
JLCh: Sí, les hace falta por lo menos diez años para que se expresen. Nuestro gran lujo es que tenemos una clientela que sabe esperar. Hay que darle tiempo a la botella. No se recupera un vino abierto demasiado temprano poniéndola en una garrafa. Decantar puede fatigar el vino. La garrafa es buena para la transparencia y debe aportar un poco de aire. Buscando la expresividad podemos equivocarnos.
RVF: Se sabe que le gusta la experiencia del vino servido y compartido en el restaurant…
JLCh: El restaurant es el teatro de la botella. Y el acuerdo entre vino y comida favorece el intercambio. Mi padre multiplica las experiencias para saber cuánto tiempo le lleva a un vino responder a la mesa. el diálogo con el restaurador es indispensable para todo productor exigente si no quiere reducirse a producir vino de degustación.
RVF: ¿El futuro del vino será más intelectual?
JLCh: Absolutamente. El espíritu permite sublimar el vino. Me deprimo cuando veo esos clubs de degustación que reúnen a veinte personas para disecar un vino y después escribir un reporte de diez páginas Ni siquiera leo lo que se escribe sobre mis vinos en Internet. Hay demasiado ego. Es muy masculino… y francés. Prefiero la humildad de las mujeres. Para ellas, el vino no es un pretexto para autoafirmarse.
Vía Prodavinci
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