viernes, 24 de agosto de 2007

El chef viajero se confesó en Caracas




"La vida es muy corta y hay que aprovecharla para probar todos los sabores que podamos", fue una de las principales reflexiones que nos dejó a los venezolanos uno de los chefs más mediáticos del mundo, Anthony Bourdain, en el evento "Confesiones de un Chef" que se realizó ayer en el Hotel Tamanaco Intercontinental de Caracas, muy bien organizado por la gente de Evento Gerencial.

Bourdain, luego del esmerado preámbulo que hicieron dos exitosos jefes de cocina de nuestro país, Edgard Leal y Sumito Estévez, impresionó por su cordialidad y la pasión que evidencia por las cosas sabrosas de la vida.

Es un hombre que emana felicidad porque ha hecho del placer su modo de vida, y lo hace con mucha sencillez y humildad. No se priva de nada, desde los clásicos sabores de la Francia de sus ancestros hasta deleitarse con los alimentos más exóticos y desconocidos de las tierras más lejanas.

Su paladar ha probado los más variados platillos del planeta y su memoria gustativa puede recordar desde el chocante sabor de un tiburón putrefacto 6 meses en descomposición debajo de la tierra en Islandia hasta la cocina insalubre y rústica al extremo de Namibia. Desde el sushi más finamente preparado en el Japón hasta la arepa reina pepeada que se comió al llegar a Venezuela.

Anthony Bourdain no se cataloga como un gran chef, por el contrario, dice estar muy lejos de serlo. Pero Bourdain acertó al encontrar lo que le gusta y vivir de ello. Él claramente tuvo la astuicia de convertirse en un vendedor de sus osadas experiencias y aventuras culinarias alrededor del mundo.

Con su rico estilo de vida, Bourdain nos demuestra que para ser felíz tenemos que hacer lo que nos guste... ahora, debemos rezar para que al descubrir eso que nos gusta, nos permita al menos costear lo indispensable para mantenernos vivo.

1 comentario:

Carlos dijo...

Hola llegué a tu blog, a través de otros y te felicito, te invito a que recorras el mío.
Carlos