miércoles, 29 de julio de 2009

Il boccon divino: Brunello fuera de ley

(Interrumpimos la serie de entrevistas con nuestro corresponsal en Europa, Monsieur F. Point, para dar cabida a su reseña sobre los últimos sucesos que han rodeado al “affaire del Brunello. La semana entrante continuaremos publicando la serie de entrevistas).

Cuando, en 1888, “pater brunellum”, Ferruccio Biondi Santi, encontró que el sangiovese, el vitino toscano por excelencia, se transformaba en las faldas donde se levanta el orgulloso pueblo de Montalcino para producir tintos de una consistencia excepcional, de complejos aromas, taninos prolongados y condiciones organolépticas poco comunes, que lo hacían apto para un dilatado envejecimiento, decidió producir un vino nuevo, de largo envejecimiento, al cual llamo BRUNELLO DI MONTALCINO, en homenaje al paisaje de onduladas colinas y luz inimaginada. “Brunello” es el nombre que se le da en la zona al “sangiovese grosso, la variedad que había llamado la atención del abuelo de Ferrucio, Clemente Santi. A diferencia del Chianti Classico, que acepta otras uvas en su elaboración, el Brunello es 100% sangiovese cultivado en la zona de Montalcino. El Brunello di Montalcino es la expresión mas acabada del sangiovese y, en buenas manos, uno de los mejores vinos del planeta Tierra.

Por desgracia, “buenas manos” es lo mas difícil de encontrar en cualquier negocio y el del vino no tiene porqué ser la excepción. Tampoco es Montalcino el único lugar en la geografía enológica universal donde sus productores no siempre tienen “le mani pulite”. Pocas organizaciones más estrictas, posesivas y exigentes que el “Consorzio del Brunello”, pero, como la experiencia demuestra, todas las exigencias y regulaciones están para ser transgredidas. La negación agudiza la libido, como dicen que dijo un médico vienés del siglo pasado. Nadie puede ser guardián de nadie, ni de cerca ni de lejos. Las regulaciones del Consorzio son muchas y no siempre fáciles de satisfacer por los que prefieren el camino fácil y hollado de la ambiguedad. Pero hay dos obligaciones sine qua non para que Ud. coloque el nombre de Brunello en la etiqueta de sus vinos. Que sea, como hemos dicho, 100% sangiovese y que la uva sea cultivada en la región. Pero hasta aquí llegaron las transgresiones y una tan grotesca que trasciende todo compromiso moral. La temida Guardia di Finanza se vio precisada a tomar cartas en el asunto y hace solo un par de días se produjo el fallo de la corte, algo esperado pero no por eso menos devastador, suponer no es saber: 1.300.000 litros de Brunello fueron despojados de su DOCG (Denominazione di Origine) para ser puestos en el mercado solo como IGT (Indicazione geographica típica, es decir, un vino cualquiera producido en su zona determinada; en este caso, algo tan general como “Toscana”). La razón: algunos conocidos productores de la zona habían agregado en la elaboración del Brunello vinos producidos con otros vitinos como el merlot. Los culpables: BANFI, FRESCOBALDI, ARGIANO, ANTINORI y CASANOVA DI NERI, responsables de más de la mitad de los vinos producidos en la apelación.

Las pérdidas son enormes y no sólo en términos económicos. Lo más difícil de recuperar, como siempre, es aquello que mas apreciamos, en este caso, el prestigio, el cual, una vez extraviado, difícilmente puede ser recuperado. La reacción del mercado ha sido inmediata. Desde que las autoridades aduanales norteamericanas dieran noticia del fraude, las ventas de Brunello han caido de manera dramática. Lo mismo con el Rosso di Montalcino, el formidable hermano menor del Brunello: 500.000 litros han sido rebajados a la simple condición de Chianti. Las razones de la impostura son vulgarmente económicas. Con el agregado del merlot, el Brunello se convierte en un vino más risueño y complaciente. Bueno para todo y para todos, de maduración rápida y venta inmediata. No es que sea necesariamente malo, habrá gente a la que le guste tanto facilismo, el problema es que, sencillamente, no es Brunello. No el vino que creó, en 1888, Ferruccio Biondi Santi en homenaje al querido y memorioso Montalcino. Por fortuna, todavía quedan no pocos productores dedicados a mantener y hacer nueva la tradición. Entre otros: SOLDERA, SALVIONI, DIEGO MOLINARI, LA FIORITA, LE PRESI, POGGIO ANTICO, CONSTANTI, LISINI, COL D’ORCIA. Adaptando el dictum del maestro Bartolo Mascarello: “Pas de merlot, pas de Berlusconi.”

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