miércoles, 10 de junio de 2009

Escapada de los Obama en Paris

El presidente estadounidense Barack Obama y su esposa Michelle, junta a sus dos hijas Sasha y Malia, pasaron unas cortas vacaciones de una noche en Paris. Además de recorrer monumentos arquitectónicos y artísticos, como Notre Dame, la Torre Eiffeil y el Museo George Pompidou, la pareja presidencial tuvo la oportunidad de escaparse románticamente a cenar en un pequeño bistro típico llamado La Fontaine de Mars, a unas cuadras de la Torre Eiffel.

Los Obama se encontraban en Francia para unirse a sus colegas de Francia, Canadá y Gran Bretaña con el fin de conmemorar el 65to aniversario del Día D, la invasión de los Aliados en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial que llevó a la victoria en Europa frente a los nazis.
La Fontaine de Mars fue fundado en 1908 y se especializa en platos rústicos de las regiones de Bordeaux Perigord y el País Vasco en el suroeste de Francia. El menú incluye paté de foie-gras, pato y cassoulet.

"El Presidente fue extremadamente simpático con el personal. Comió pierna de cordero y un merengue. Sin vino, sólo agua. Los otros invitados comieron filete de res y crema de caramelo", precisó a la AFP Gabriel de Carvalho, uno de los camareros. Agregó que el servicio secreto estadounidense instaló en la cocina a un catador que, por razones de seguridad, probó todos los platos antes de que le fuesen servidos. Los Obama compartieron el restaurante con otros comensales, y otros restaurantes en la calle St. Dominique estaban llenos. Había un fuerte despliegue policial. La gente se apretujaba detrás de las barreras con el fin de intentar ver y fotografiar a la pareja, y unas 100 personas reunidas allí estallaron en aplausos cuando los Obama salieron del restaurante. Después de cenar y pasear un poco en automóvil a lo largo de la margen izquierda del río Sena, los Obama regresaron a la residencia del embajador estadounidense, donde sus hijas los esperaban. Anteriormente en el día, las niñas se unieron a sus padres en una visita a la catedral de Notre Dame, donde un coro infantil cantó y el presidente encendió una vela. Subieron las escaleras para ver la ciudad desde el tejado de la iglesia gótica del siglo XII. La caravana de la familia presidencial se desplazó a la catedral por el Boulevard St. Germain, donde cientos de personas se colocaron a los costados con la esperanza de verlos.

Lo más curioso es la elección de un bistro sencillo, sin estrellas Michelin ni mayores galardones de las guías de influncia en Norteamérica, como es la Zagat. El equipo de Obama debe de haber estudiado cuidadosamente el evento, y nada es mejor que comer en un establecimiento sencillo de comida tradicional francesa, restaurante que, por cierto, a partir de ahora le será muy difícil continuar con su bajo perfil...

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