Bajo el seudónimo de Anton Ego, el infelíz personaje de la obra de dibujos animados Ratatouille, ha aparecido en la blogósfera gastronómica venezolana un blog lleno de críticas al trabajo que muchos locales, amigos cocineros y publicaciones del área realizan con su mayor esfuerzo e ingenio.
Sin duda, la crítica es beneficiosa en cualquier área, ninguna persona es infalible por lo que no estamos exentos de ser señalados y exhortados a mejorar en todas las actividades que cada uno emprende, con su creatividad y su capacidad. Pero sí pensamos que los que utilizan herramientas de opinión pública deben ser responsables en el manejo de la información y los pareceres personales que se publiquen. Nadie puede decir que tiene la verdad en su pluma, y mucho menos en sus víceras...
Ya se ha debatido mucho al respecto pero hay individualidades que insisten en prender el ventilador para rociar excrementos y tratar de enlodar con sus odios y frustraciones el trabajo positivo que día a día los creadores de ideas y experiencias realizan para hacer que los demás sientan placer y disfruten.
Creemos que quien debe juzgar es la sociedad en su conjunto, el internet es la herramienta de comunicación masiva más maravillosa, económica, interactiva y, por ello, democrática que el ingenio humano ha producido. Utilicemos esa facilidad para crear matices de opiniones serios, convocando a la mayor cantidad de personas a que se expresen y sea el colectivo quien juzgue, recomiende, condene o aplauda.
El actuar resentido de una sóla mente siempre se ha equivocado en toda la historia de la humanidad. Si queremos caer en el terreno de la crítica seria, organicémonos y con una plataforma teconológica adecuada, llamemos a todos nuestros lectores a que se expresen, aunque ya de por sí son los comensales que prueban y están en búsqueda de nuevas experiencias los que aprueban o desaprueban la oferta gastronómica y de publicaciones en el área que se ofrecen en nuestro mercado.
Anton Ego es un nefasto personaje ficticio de las tiras cómicas, amargado y sin amigos, que increíblemente encontró su par en una persona de carne y hueso, tan cobarde y mediocre que tiene que escudarse en un dibujo animado creado por otro...
2 comentarios:
Yo no podia leer esto en un mejor momento...siempre trato de entender todas las posiciones y soy muy analitica, tanto que la mayoria de las veces pienso que todo el mundo tiene la razon si te metes en la mente de cada persona... a uno lo que le queda es dar su opinion.
Cuando supe del blog por otros medios que lo apoyaban a mi me parecio bien ahora te leo y me parece tambien razonable..pero ¿Quien tiene la razon?, ¿Que es una opinion seria?, ¿Que es una critica constructiva?, ¿Quien tiene derecho a opinar y quien no?
En este momento mi blog es un foro de discusion por el post REFLEXIONES, lo que escribi lo hice con base la critica para mi es valida y mi blog fue un medio para expresarme, pues me han apoyado pero mas me han destrozado. Yo seguire manteniendo mi posicion con las consecuencias que esto traiga pero me pregunto ¿Hubiese sido diferente si lo hubiese publicado anonimo?, ¿Y si no hubiese dicho el nombre del señor?, ¿Es que hay personas intocables? ¿Quien lo decide? ¿Porque? todo me parece a la final una bobada y como tu dices el publico es el que tendra la ultima palabra.
Creo que el blog de Anton Ego no es un blog al que le falta seriedad. Esa persona -aunque se puede cuestionar que se escuda tras el anonimato- tiene todo el derecho a expresar su opinión y por lo que he leído en su blog, lo ha hecho de manera respetuosa. Así que, como dijo el comentario anterior, ¿quién es dueño de la verdad? Quizá la aparición de Anton Ego causa tanto prurito porque él dice lo que muchos quisieran decir y no se atreven. Vierte en sus reflexiones lo que está en la conciencia de muchos que no se atreven a hablar ni comentar nada negativo sobre el mundo de la cocina en Venezuela. Tal vez por eso mismo, apeló al personaje y no a su nombre real, para no ser blanco de exclusión y repudio sólo por tener una opinión distinta a lo que dictan la hipocresía y las convenciones sociales.
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